jueves, 12 de marzo de 2015

EL VALOR DE LA TRADICIÓN ORAL- LA TÍA TRIZ, MUJER MONUMENTAL





















-LA TÍA TRIZ, MUJER MONUMENTAL-
EL VALOR  DE LA TRADICIÓN ORAL
Han sido muchas las personas que se han distinguido en nuestro pueblo  transmitiendo cuentos, sucesos o historias que  a los niños pequeños les encanta escuchar y a cualquier persona mayor en un determinado momento le agrada también volver a  recordar.
Estas historias se relataban en los días de invierno al amor de la lumbre de suelo de la cocina, mientras se asaban unas castañas; o en los rincones, descansando en las  puertas de las casas, sentados en los familiares poyos,  olvidando un poco las duras faenas que se habían realizado en los huertos o en las Eras
Como ejemplo de estas historias de transmisión oral tenemos los relatos que fue recogiendo  Luis Cortés, moto en ristre y magnetofón a 125, cuando a este  le guiaba en La Alberca el entusiasmo que tenía Don Luciano Barcala por la Literatura y la simpatía de los quince años de Mari Puerto.
Entre estos relatos, cuentos e historias recogidos a voz viva con el peligro que la luz se fuera, saltaran los plomos y vámonos a casa de Don Luciano no siendo que  salga el rebuzno de un burro, el cacareo de una gallina o alguien mande un recado a la vecina de ventana a ventana,.. está la figura sin igual de la señora Beatriz Mancebo, la Tía Triz, como se la conocía cariñosamente (1864-1960). La recuerdo haciendo sus bordados con las gafitas en la punta de la nariz, contándonos historias bíblicas en la catequesis de los domingos, enseñándome su cuaderno de relatos recogidos, poesías, dichos, y retahílas.
Merece la pena leer  LA JOLGADONA.
D.Luis Cortés como buen catedrático que era sabe recoger en sus escritos la especial pronunciación, el deje, que teníamos los albercanos, más cercano al  habla extremeña que a la voz castiza salmantina de la Peña Celestina, “el Prao” Panaderos o la piedra de Villamayor acercándose ya al Barrio Vidal. Abundan las haches aspiradas, lo “jondo” del cante hondo para eso somos hispanos, las ausencias de eses que nos seguimos comiendo  o “jotaleando”

Tenemos que tener en cuenta que tenía en estos relatos 85 años, con una mente muy lúcida y sin un diente que le molestara para expresarse con tanta claridad.

















































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