martes, 10 de noviembre de 2020

LA ALBERCA DESDE LO ALTO


 
















LA ALBERCA DESDE LO ALTO

 

-Más cerca que desde la Peña de Francia. Recordando a don Miguel de Unamuno-

 

Hoy puedes llegar a La Alberca a vuelo de pájaro, de dron, de helicóptero, de avión,…Atrás quedaron los caminos pedregosos en los que tropezaban las caballerías y a la vuelta de un paredón te podrías encontrar con un escandaloso perro, o Tíos D´luntos que hacían correr a los niños alocadamente hasta que llegaban al pueblo.

El aire es puro, sano, gratificador. Quizás se echen en falta aquellos humos de hogueras que trataban de cuidar la delicada arboleda o que salían de los sequeros por las calles del pueblo y originaban con los rayos del sol hermosas imágenes matutinas.

Se siembra menos, el campo está más paralizado, esperando una pronta recuperación con nuevos productos y modernos útiles de trabajos. Los niños están acostumbrados a ver muchos coches, patinetes por sus calles y las personas mayores añoran al inquieto burrito, al mulo, al caballo, a la vaca careta, a las gallinas busca granitos por  sus descuidados empedrados. El caserío se adapta a los nuevos tiempos y en las puertas de las casas van desapareciendo los picaportes por el acomodado telefonillo. “El ave María Purísima” se contesta con el moderno “te abro, sube y cierra la puerta”.

Entramos por la carretera de Mogarraz, buscando aparcamiento por la carretera de circunvalación. Entre castaños y el cobijo de la nogal.

Pero como llegamos desde lo alto, hemos parado unos minutos en La Fuente del Castaño a beber un trago de agua y después burlamos con las alas del objeto volador una nubecilla de moscas que salieron de entre los robles.

El paisaje es impresionante, de películas de colores otoñales de toda gama de colores. Y mientras llegamos nos embebemos con la soberbia imagen del fondo. Es el pueblo de La Alberca, nuestro pueblo. Desde aquí cabe cogerlo, apropiárnoslo en el puño de la mano. ¡Qué otro pueblo de España, puede estar mejor arropado por esta inmensa arboleda de aire purificadora! Si añoras la ciudad es que mejor lo estás valorando.

Pasas por sus tejados,  que guardan su espíritu conservador de teja árabe, las chimeneas son un moderno añadido que no desdicen  la falta de los sequeros. La iglesia parroquial sigue siendo, con su soberbia torre, un llamativo templo catedralíceo. Y nos detenemos en este rincón de la Plaza Mayor entre el Cemento y la subida a la calle del Barrionuevo. En esta esquina vivía Maicho, el Pelujo, debajo el bar del Calé y  a la vuelta la casa de Carina.

Nos espera aterrizar con la soltura de una mariposa en el centro de la Plaza, sentarnos en la Cruz y seguir contando historias que si tienen tu agradable presencia, amable lector, serán agradecidas de todo corazón.

“Que “haiga” salud y Dios reparta suerte “pá´ tos” nosotros”- VALE-




































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