LOS SONIDOS HABLAN, SE COMPRENDEN
Se
identifican, se conocen. Nos referimos a esos sonidos que escuchábamos quienes
hemos vivido en localidades pequeñas como era La Alberca, en la década de los
sesenta.
¿Escuchaste?...pasa
por ahí el médico. Le conozco por su forma de toser. Lo mismo que esa campana
que toca al medio día al ángelus y por la tarde al rosario.-Tienen su toque de
diferencia.
¿Oíste?
La campanina. Como no te des prisa no llegamos a Misa, ella anuncia el último
toque.
Me
impresiona el ladrido del perro del vecino, ya tiene ganas de ir al huerto y no
para de ladrar al burro. Su dueño le pisó el rabo y ha llegado hasta aquí, el
chillido que ha dado el pobre animal…
Pero
para sonido agudo y que se te clava en los oídos es el que llega del fondo de
la herrería. Martillo, yunque, latón y esa voz que no cesa: ¡Vicente! Ya tengo
aquí la caballería…
Ahora
es la piara de cabras que se va con el pastor al monte, el recorte de gracia
que hace el pastor, no permitiéndolas que chupen la cal de la pared es tan
reconocible como la voz de la vecina que le dice ¿cuándo te pago? “¡A la
noche,,,en el ba..!”
Lo
siento nos comimos la erre para eso somos
serranos.
Si
hay un sonido que me encanta, es el del alguacil con su toque de trompetilla y
acento local, pregonando que hay loza en el Solano.
El
vecino de la casa que está junto a la cruz de la fuente de la Balsada, llama a
su mujer que está arriba en la cocina. ¡Chicaaa! Baja una maroma que hay que
atar a este muchacho, el chaval corre que se las pela y la mujer cuando baja y
está con su marido se enfada. ¡No asustes así al muchacho si no quieres que un
día te planten un pegote o pedrusco sobre la puerta,
Es
la hora del parte, se escucha al fondo de la calle el himno nacional. ¡Vicente!
Ya es la hora de comer. ¡Deja todo y no te “embaigas”!
Sigue
siendo la hora de las oraciones.
¿Y
cuando no es la hora de las oraciones en estos pueblos que se pasan la vida
mirando al cielo? Los niños han salido como pajarillos revoltosos de la escuela
y tendrán que rezar el bendito al subir por las escaleras e ir al campo a
soltar las caballerías. ¡Cinco en un burro, cinco!. Y ya saldrá alguno volando
por la cabeza del animal y los chillidos y risas impresionarán a algún que otro
transeúnte ¿Os habéis “jerío” alguno…?¿No…?, Pues ¡ala! “tiraí” pa´lante”
Cuando
la mujer de las Ánimas recorre las calles del pueblo. Los chiquillos se van
para casa pues ya llegan las cabras del monte y hay que recogerlas.
El
silencio se empieza a hacer ahora más profundo y hay que ayudar a hacer las
faenas de la casa, dar de comer a los cerdos y a los demás animales que están
en la cuadra.
Muchos
de estos sonidos, amigo lector ya han desaparecido. La vida es un constante
cambio. Otros permanecen. Seguirán teniendo vida en Langreo, Valladolid, Jerez,
Sevilla, Eibar, Sabadell,…Alojados en la
mente del recuerdo de los que tuvimos que salir a otros sitios a trabajar. Y no
sé, tienen un algo muy especial; nuestro amigo José María que vive en Sevilla,
los recuerda, siente y vive y cuando puede se da una escapadita por el pueblo.
Pero su vida está en Sevilla, con su familia y le gusta contárselo a su mujer e
hijos, a su tía Paula que está en Jerez- Pero muchas veces se recuerdan con más
nitidez lejos, aunque luego nos digan : “Eso ya me lo has contado”. Respuesta:
“Como esta vez seguro que no”. Son los sonidos vivos del recuerdo, de una villa
medieval que tal como es y era no queremos dejar pasar.
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