En los atardeceres era costumbre salir a las fuentes para hablar con las novias, acompañarlas a las puertas de sus casas y permanecer allí hasta el anochecer. Pero a los mozos, a los valientes mozos serranos que llevaban por aquel entonces ya no el traje típico de bombacho de sus antecesores, sino de pana ( “pantalones con cáscara de roble” como decía mi amigo Valencia) les gustaba silbar, cuquear, armar jarana, ir a buscar al toro en capea y traerlo al pueblo hasta el Prado Mellina, quemar bombas y cohetes hasta que explotasen entre los dedos de la mano o apartarlos con el mismo pie, decir” mucho cartucho”, “jeroma con traje de goma”, beber un metro del vino del Soto en el” N´hay” club de Marcos, jugar a la rana, al marro, a la pelota, a tirar la barra y sobre todo ir a soltar las caballerías al campo soltando chispas por el empedrado de las calles. En los ratos de tranquilidad eran aficionados a echar una partida de cartas a la puerta de la taberna sentados entre banastos y si pasaba alguna guapa serranilla con su cesto de ropa a la cabeza, cuquear, asustarla con el sonido que hacía una vara fresca de castaño contra los poyos de las puertas, soltar un petardo o hacerlo explotar en un agujero para que fuera más fuerte su sonido, agradar y divertir el momento de unos tiempos que eran duros y difíciles.
En la Misa Mayor de los domingos el sitio destinado a los mozos en la Iglesia era el coro, junto a la barandilla, porque desde allí se veía mejor las entradas y salidas. En el sermón salían a la puerta de la Iglesia a fumar un cigarro, a tirar cohetes y a alguno que había abandonado el seminario le gustaba decir: “¿Ves "pa "que piden?... ves" pa" que dan” haciendo mención a la moto que se utilizaba por aquel entonces.
Y llegaba el sorteo:”quinto peluso/ no llores más/mira tu padre/ mira tu padre / que alegre está.//” El temor era que te tocara Africa (aunque luego algunos lo demostraban con el máximo orgullo) como al grupo del pueblo que nos tocó compartir en el Ferral de León (amigos y compañeros ya de por siempre).
Después de la mili una nueva generación pintaba El Viva los quintos del... en el Juego Pelota. El número de seminaristas decrecía y pocos eran los escancianos que permanecían ya en el lugar; en Navidad y en las fiestas de Agosto el pueblo se llenaba de albercanos de Mondragón, Valladolid, Zurich o de cualquier parte de Alemania que con el tiempo iban a dar un nuevo impulso y destino al pueblo. –ISIBE-
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