EL TOQUE DE LAS
CAMPANAS
Siempre me han
impresionado mucho. Sobre todo en esos días de fuertes lluvias y vientos que
venían arrancados del mismísimo rocoso
de la Peña de Francia.
Toques que iban
y venían por todas las esquinas del pueblo. Y… ¡Adónde irían a parar?
A perderse entre
los robledales de la dehesa, arrancando a unos cuántos. Y, terminando de empujar al río Francia a
brazos del Alagón. Viento, río y toques de campanas
“Eran el orgullo
de la sierra, según decían los viejos caminantes No camines delante de mí, no
puedo seguirte. No camines detrás, no puedo ser tu guía. Camina a mi lado y
seré tu amigo” Y cuentan los arrieros del
camino que sus toques llegaban a escucharse cerca del Soto, pasando Cepeda y
más lejos aún de Miranda. Pero ahora vamos a quedarnos en ese toque del
atardecer en el que llegan las cabras del monte (¿?), llueve “en juro”, el
viento arrecia y chirrían los goznes de un viejo portalón de las cuadras.
EL
TOQUE DE LAS CAMPANAS
Hay
campanas que se ríen
Otras
que lloran o cantan.
-Por
favor no desvaríen
Porque
ellas nunca espantan-.
Inanimados
que sienten
El
estado del que toca.
Bien sea cura, campanero
Sacristán, o lo
que cuenten…
Es su estado lo que quiero.
Y son esas
mujercitas
De la casa, con
sus faenas.
Que tienen aguas
benditas
En tres
jarritas, bien llenas.
Las que
entienden su lenguaje.
¡Y el ánimo, campanero!
Siete toques sería
un hombre
Ocho o nueve,
una mujer.
Y hoy locas. ¡Qué
a nadie asombre!
El campo echado
a perder.
Madre del amor
hermoso
¿Por qué tocan
las campanas?
Será un día tan
glorioso
Ni llueve. Ni
tiene ganas.
Aunque si croan
las ranas
De debajo de los
Molinos.
¿Quién entienda
de esos toques?...
Graves. Agudos.
O finos.
Más que mujeres
serranas
Con apellidos…-No
toques-
Que faenan en
sus casas
¡Pon tres
pellejos de vinos!...
Y vamos a ver lo que pasa
Ideó y comentó:
ISIDRO BARCALA
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