LLAMADORES, ALDABAS , PICAPORTES
Viejos llamadores sobre puertas castellanas de dibujo labrado. Las aldabas resonaban a hueco sobre los viejos portalones de las viviendas. El “Ave María” surgía desde dentro de la casa y el “sin pecado concebida” contestaba gratamente al instante como respuesta.
Hoy, el tiempo, la prisa y los nuevos avances se han aliado para convertir el picaporte en botoncito seco, monótono y el “Ave María” en un diga. Más práctico, comunicativo, pero más deshumanizado. El ascensor sustituirá definitivamente a la escalera con agarradera de soga y alegre farolillo y cuyos escalones conocían paso a paso la oración de los niños al salir de la escuela.
-Quisca…¡Que han porteado, ¡pregunta…!
-Por la mañana temprano a acompañar a los novios…
-¿Has oído? ¡Otra vez…! -Limosna para las ánimas benditas…
-¿Sabes lo que te digo? Cuando dan fuerte en el llamador raro es que sea gente conocida. ¡Escucha! Han abierto la batipuerta, suenan las aldabas y han dado una fuerte palmada sobre la madera … -¿Juani, baja. Que venden ropa en el Solano… -“Esperaime” que ya voy. Quienes no llamaban nunca y salían como Pedro por su casa eran los gatos. Rara es la puerta que carece de esa justa redondez. Y te diré: ¡Fíjate si éramos confiaos! Metías la mano en la gatera y te encontrabas la llave de la puerta. ¿“Está pechá”? “Quiá” Las vecinas siempre están al tanto. Y si el hombre llegaba del huerto con una carga mientras ella había ido a por agua a la fuente. Pues ya se sabe… Los llamadores no eran exclusivos del lugar, los más corrientes: la clásica mano o el trozo de hierro que daba sobre la cabeza del clavo y que había ideado el señor Antolín sobre la marcha. Si hurgas por internet puedes encontrar llamadores que algunos curiosos que han visitado el pueblo han fotografiado excelentemente. Por nuestra parte no cerramos la investigación pretenderemos darle vida cuando la máquina nos lo facilite (el vuelapluma no falta)
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