TEJADOS-II
El humo que sale de las tejas o baja de las nuevas chimeneas, juguetea con el viento, con los rayos de sol que se cuelan por las estrechas callejas y se hermana en tiempos de hielo con el provocado en el campo para proteger cosechas, frutos y arbolado.
Y el tejado, los tejados de la casas de La Alberca van cambiando de tonalidad según los diferentes momentos del día, del mes o de las estaciones.
La noche les hermanará hasta que vuelvan los nuevos rayos del amanecer y se irán descubriendo nuevas sorpresas, llamativos resplandores, encantadores balconajes y terrazas de madera de castaño que invitan a asomarse por las pequeñas ventanas de sus salas y “sobraos” y hacer vida de alturas a los pies del mismísimo tejado.
Al-Sidrisi, trovador que conoció y vivió el lugar se eleva así a las alturas compartiendo pino y peñas con su amigo Peromingo allá en lo más alto de las Peñas Tiritinas.
No tuvieron chimenea
Esa es reforma moderna.
Ya, la cocina no humea
Ni hace la castaña tierna.
Apenas se ven sequeros.
Y la teja es menos negra
El pueblo en esto se alegra
Aunque añoran sus hogueros.
Los tejados suben, bajan.
Comparten sus vigas madre.
Unas y otras que se encajan.
Y hasta con cierto desmadre.
Los más antiguos se acercan
Desafían sus aleros
Y los rayos del sol cercan
Son del humo coladeros.
Tejados viejos y nuevos.
Si te asomas desde un alto
Te llevas un sobresalto.
¡Mira! La Peña del Huevo.
El humo que sale de las tejas o baja de las nuevas chimeneas, juguetea con el viento, con los rayos de sol que se cuelan por las estrechas callejas y se hermana en tiempos de hielo con el provocado en el campo para proteger cosechas, frutos y arbolado.
Y el tejado, los tejados de la casas de La Alberca van cambiando de tonalidad según los diferentes momentos del día, del mes o de las estaciones.
La noche les hermanará hasta que vuelvan los nuevos rayos del amanecer y se irán descubriendo nuevas sorpresas, llamativos resplandores, encantadores balconajes y terrazas de madera de castaño que invitan a asomarse por las pequeñas ventanas de sus salas y “sobraos” y hacer vida de alturas a los pies del mismísimo tejado.
Al-Sidrisi, trovador que conoció y vivió el lugar se eleva así a las alturas compartiendo pino y peñas con su amigo Peromingo allá en lo más alto de las Peñas Tiritinas.
No tuvieron chimenea
Esa es reforma moderna.
Ya, la cocina no humea
Ni hace la castaña tierna.
Apenas se ven sequeros.
Y la teja es menos negra
El pueblo en esto se alegra
Aunque añoran sus hogueros.
Los tejados suben, bajan.
Comparten sus vigas madre.
Unas y otras que se encajan.
Y hasta con cierto desmadre.
Los más antiguos se acercan
Desafían sus aleros
Y los rayos del sol cercan
Son del humo coladeros.
Tejados viejos y nuevos.
Si te asomas desde un alto
Te llevas un sobresalto.
¡Mira! La Peña del Huevo.
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