VIVA ENCICLOPEDIA DE SONIDOS
En los duros años de la emigración a San Antón apenas se le festejaba, empezaba a dominar San Cristóbal y quienes tenían coches y camionetas daban la vuelta a la iglesia recibiendo la bendición y llenando de humo el Solano.
Menos mal que con el tiempo ganó San Antón y hoy preside un lateral de la iglesia dicho cerdito y no un chebrolet de aquella época.
Con aquellos conductores de camiones y ayudantes tan hábiles como: Alonso, Cecilio, Morriña, Rompetechos, Jesule,...Y perdonen, si alguno más no recordamos
Lo que si extrañaba es que se diera un bando recordando que era festivo el santo que según decían los entendidos se había ido a trabajar a Alemania.
Las abuelas se quedaban con los niños y estos se lo pasaban en grande –“¡daile, daile!”- quien tenga un buen oído que descifre todo ese fondo de sonidos que eran un auténtico vivero en las calles albercanas.
A quien a su padre le había comprado un camión; el ir a pagar las cabras al ayuntamiento,...
Y el burro ¿Cómo iba a faltar el clásico rebuzno?, el toque de las campanas, y el “yo te lo daré...” Auténticas y vivas expresiones del vivir, sentir y expresarse de un pueblo de Castilla que empezaba a ser famoso por sus películas, reportajes en revistas, en los cines y televisiones.
Y que se paralizaba en las tardes que toreaba el Cordobés o jugaba el Real Madrid, eran auténticas peñas de seguidores los bares de Marcial, Gabi y Jacinto.
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