HISTORIAS EN EL TIEMPO.ENTREMIJO Y PUCHERO
ENCERRONAS,
NEVADAS Y EL CORONA-VETE
-I-EL PUEBLO DE
LA CAMPANINA
Allá por la
década de los años cincuenta bien fuera por las nevadas, frío intenso o fuertes
temporales, conocíamos ya en La Alberca, lo que era el llamado aislamiento y
encerrón-temporal.
¡Y salimos de él!
Días que no
pasaba el coche del correo, el de línea. Y la carretera se cubría sin máquinas
quitanieves y había que abrir la carretera a pico y pala para poder llevar un
enfermo grave a Salamanca. Luego al día siguiente lo que se había abierto, se
había vuelto a cubrir. El médico y el enfermo se hacían uña y carne para poder
salir adelante, Porque al día siguiente había que preparar un caballo, un
fuerte capote y al médico para bajar a Batuecas, a curar un fraile en grave
estado. De eso sabía mucho el Padre Felix, carmelita, el señor Vidal, padre de
Jacinto, Don Teodoro que trabajaba en Mestas, el tío Picho el de las colmenas,
las Magallas que después que las pintara Don Ismael Blat se fueron a Mestas
para siempre. El mundo infantil y juvenil era diferente.
A los niños no
les faltaban entretenimientos en las casas. Las cuadras de esos grandes
caserones era el lugar preferido: el “zambulerio”, el jugar al escondite, los
pesebres, la cabrita que no se escapara, los banastos y multitud de juegos que
surgían en cada momento, mientras los canalones te obligaban a salir en zig-zag de
un lugar a otro de la calle. Y los carámbanos de los tejados a mirar al
cielo.
Ya de mozalbete era
un asiduo asistente a las Charlas literarias del Portal de las Cuadras de la
vecindad, de las escaleras en caracol de la señora Claudia,-con Gerardo,
Fausti, Quisco, Minuto,…-; de la fragua de Vicente el herrero–con Benito, Martín,..; del Portal
de Martín el zapatero, del cobijo de la fachada de Pablo Tacha; de las Comedias
de la Peña de la “Senjá”; de la Cuadra del señor Clemente Güina- con Pablo,
Cosme, José Antonio y del…”¡Vámonos ya p´a la Praza!”: a jugar a la chirumba.
El Cemento era
un buen lugar para correr el aro, la peonza, el “tirable”, las cartas a
escondidas… En la puerta de Pablo Chicaina, tomábamos el sol dominguero con
Carina, Requejo, Roberto, Pinturas, Juan Francisco, Andrés el de la Manuelina y
todo el que se quisiera apuntar según pasaba por allí. Y no era amigo de compromisos
de tantas estaciones que tenía la plaza,
con gas, tinto y cacahuetes
En el Rincón de
Pope se veían las ligas de las muchachas que iban a buscar agua a la fuente de
la Plaza; en el rincón de la cárcel se pasaba menos frío; en el escalón del
Comercio de Poli nos relamíamos los labios viendo colgadas las hojas de bacalao;
en la esquina de Carina se cuqueaba y a ver quién te encontraba después
Chorrito arriba y para momentos ocasionales los escalones del Porru, de la
Flora y del Teatro,…donde Don Saturnino
modificó el Teatro y puso el cine con una especie de casino arriba; allí se
podía leer el periódico, tocar la bandurria, bromear con Quilino, Encarni y oír
cantar a la guapísima Mari, la sevillana de Morón, fandangos y sevillanas que
nos embebía a todos y en especial al que escribe.
¡Como para
aburrirse en aquel entonces en La Alberca!
Luego vinieron
los estudios, los seminarios, la emigración a Suiza, Alemania, Francia y nos
descolocó a todos de un lugar a otro.
En “El Pueblo de
la Campanina” se contaba un chiste muy significativo por aquel entonces.
¿Sabes en qué se
parece La Alberca a una mosca?- por cierto abundaban mucho-
-En que La
Alberca es típica- el primer pueblo de
España en cuanto al tipismo español-
-¿Y qué tiene que
ver eso con la mosca?...
Que la mosca “ti-píca”-
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