BATUECAS, EL
PARAISO. LA ALBERCA, LA GLORIA.
Salimos de
Salamanca, la horizontalidad del campo charro es inmensa. Por tanto, hay que ir
muy atentos a la carretera si no queremos que los espejismos de la misma nos
adormezcan. Llegar al Cabaco comienza a cambiar el panorama y en el Casarito ya
es evidentemente total con la inmensa mole de la Peña de Francia. Peña
Carbonera. Peña del Huevo y los continuos valles que van formando El Río Francia, El Arrol´huevo. Domina ya la
verticalidad. El castaño. El nogal. Y del siglo XX para acá pinares que invaden
pequeñas lomas y atrevidos montes.
El castaño y el
nogal habían dado un microclima especial a toda esta comarca. El castaño
enfermó y muy pocos se renovaron, la “tinta” fue devastadora”. Hace unas cuatro
décadas, por influencia de don Isidro Marcial Escribano, catedrático de
Ciencias del Instituto Fray Luis de León, que venía a las Batuecas a la caza de
un tipo de mariposa propio de este valle, comencé a coleccionar plantas y
hojas. Es admirable como con el tiempo pasado puedo mostrar algunas de estas
imágenes tan bien conservadas. Sería conveniente que el relevo lo hiciera otro
bachiller actual, para ver si dentro de cuatro décadas quedan estos árboles que
rodearon todo el contorno del pueblo.
Pasar por la
Senjá, desde la Huerta la Chanca hasta la llamada casa Marín me ocasionaba un
miedo especial, sobre todo por los altísimos nogales que tapaban la carretera.
Sus ramas se movían que temías que te fueran a elevar al cielo, apareciendo monstruos
gigantescos que te pudieran moler a “nuezazo” limpio. Tiempo al tiempo.
Lo siento que la calidad de la foto no tenga el color deseado
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