CANCIONES PARA ESPANTAR EL MIEDO
-CUENTAME
QUE TE CUENTE Y LO HARÉ CON ESPONTANEIDAD-
Yo te aseguro, amable lector, que allá por los
años sesenta el hoy llamado pueblo bonito no era así como se
dice. Era pintoresco, sí, mil veces pintoresco, sugestivo, medieval, único.
Admirador de pintores, escritores y poetas. De excelentes rincones, calles
tortuosas, fuentes, plazas,...Escenario
especial para
películas medievales, de embrujo.
El pueblo se
entregaba al máximo y si era preciso disfrazarse lo hacía, de modo que algunas
veces ni ellos mismos se conocían.
Ese embrujo
misterioso se vivía el día a día. Después de pasar las cabras ni un solo niño
quedaba ya en la calle. Los inviernos eran fríos y muy largos Se “engarañaban”
las manos con mucha facilidad. Y si la gente por algo tenía que salir a la
calle se tenía que abrigar al máximo. Sobre todo las mujeres mayores con
mantones fuertes y oscuros.
Se cantaba mucho
en las calles y si alguno iba sólo era la mejor manera de espantar el miedo.
Las bombillas de 25 iluminaban para tres dedos, se colocaban muy altas para que
no chocaran los camiones, sobre todo de paja. Y más que cantar se vociferaba
con fuerza. Para cantar bien estaba Florenti que con su “Maria manuela me
escuchas “ nos embobaba a todos. Lo más sugestivo era los días de diario, había
niños que recogidas las cabras tenían después que ir a dormir a casa de la
abuela, el trayecto era corto, la luz de la calle mortecina, bailaora con el
viento y sugestiva “el vámonos de aquí, vámonos del pueblo, que mejor se vive
en Casar de Palomero, se entonaba con fuerza. ¿Y si llovía?.. se iba a los
sitios en zig.zag, salvando canalones y metiéndose en los soportales o debajo
de los socorridos y altísimos aleros.
Y de pronto se
escuchaba un guasón desde arriba: “¡Juni, que viene el lobo..!” “¡Niño!, métete
“pa adentro” que te puede bajar los pantalones…”
Y la alegría, la
baza, la espontaneidad y la ocurrencia siempre salían al paso
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Del Arte y la
Palabra
X-Por la calle
arriba, por la calle abajo
De Isidro Barcala
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